El siguiente ejercicio fue más de lo mismo aunque con dos grandes diferencias. La primera es que dibujamos en blanco sobre negro; y la segunda que en este caso sí teníamos un fin, y era que, de toda esa maraña de líneas, intentásemos hacer surgir el busto de un compañero. Algo que con una lectura rápida parece simple, pero que en la práctica resulta muy, muy complicado.
Me encantan este tipo de ejercicios porque hacen volar tu imaginación, a la vez que te hacen perder la noción del tiempo y de la realidad en la que vivimos.
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